sábado, 8 de octubre de 2011

Una brecha demasiado grande

Mucho se está hablando últimamente de una creciente bipolaridad en la Liga BBVA. Desde hace unas temporadas el debate ha ido in crescendo hasta el punto de que un grupo importante de equipos “menores” se han reunido independientemente del resto para tratar lo que consideran una discriminación hacia ellos y un descarado trato de favor hacia los dos grandes de la liga. A priori, es perfectamente comprensible la postura que han acogido los ya bautizados como “indignados” de la liga española porque los números, en lo que a repartición de derechos televisivos se refiere, son sobrecogedores: Barça y Madrid se embolsan unos 140 millones de euros cada uno en derechos televisivos y el equipo que les precede en el ranking, el Atlético de Madrid, se lleva 42. A partir de aquí la división es bastante gradual y las diferencias entre el resto de 18 equipos son bastante justas y equitativas.

El principal argumento que han presentado los impulsores de esta crítica a la discriminación que están sufriendo por parte de televisiones y federación es el hecho de que en la mayoría de competiciones de los países vecinos el reparto es mucho más equilibrado. Si nos fijamos en Inglaterra, cuna del fútbol por excelencia, vemos que, si bien es cierto que los considerados 4 grandes ocupan los cuatro primeros puestos, la diferencia entre los 20 conjuntos que forman la Premier League es mínima y así, por ejemplo, el todopoderoso Manchester United se embolsa unos 60 millones de euros mientras que el Everton sobrepasa la barrera de los 50. La Bundesliga presenta unos datos similares en lo que a repartición se refiere, porque por lo general se mueve mucho menos dinero por los derechos televisivos.


Visto así, parece descabellado el sistema que rige el fútbol español y, como hemos dicho, comprensible la reacción del improvisado G-12 capitaneado por José María del Nido. Hasta este punto podemos estar más o menos de acuerdo con los sublevados, y hasta solidarizarnos con ellos. Pero lo que reclaman Barça y Madrid es que el dinero que mueven sus partidos en relación con el resto es acorde con las diferencias existentes en ingresos por sus derechos. Y si nos ponemos a hacer números y a evaluar los ingresos que producen los partidos de Barça y Madrid con respecto a los que producen los demás no andan demasiado equivocados...Pese a las claras intenciones de las televisiones de abrir el mercado del fútbol español a otros países aún por explotar (léase, básicamente, el mercado asiático), el hecho es que continúan siendo culés y merengues los más solicitados por los espectadores del mercado internacional, mantienen su estatus de gigantes del marketing y no hacen más que seguir acentuando esta enorme diferencia que los separa del resto de clubes de la Liga BBVA. Una diferencia que, como hemos dicho, no se ciñe solo en el apartado económico, sino que también afecta al índice de popularidad, a la notoriedad en el mercado, aunque todo está relacionado.


A partir de aquí, está surgiendo, sobre todo entre los aficionados de los clubes grandes, una pregunta ante la cual hay diversidad de opiniones y es difícil ponerse de acuerdo. ¿Usted prefiere que el reparto de los derechos sea más equitativo y, en consecuencia, haya más igualdad entre los equipos de la Liga o, por el contrario, cree que los grandes deben recibir la parte que merecen por su mayor productividad y mantener su posición de privilegio en Europa? Porque una cosa está clara, y es que si se llega a un acuerdo y el ingreso por los derechos televisivos se equilibra entre los 20 equipos, tanto Barça como Madrid se verían obligados a reducir sus presupuestos, lo que comportaría la venta ipso facto de sus principales estrellas para minimizar los costes. Eso conllevaría, irremediablemente, un descenso de calidad en los equipos y una menor capacidad para competir ante los principales equipos europeos.

En fin, esperemos que se solucione pronto este desaguisado, aunque parece que las dos posturas están demasiado lejos como para encontrarse. El malestar es creciente y no es de extrañar que el clima termine siendo insostenible.

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