martes, 15 de noviembre de 2011

Asunto de Jeques

Es un hecho que hoy en día ser propietario de un equipo de fútbol no resulta precisamente rentable. El elevado coste de los salarios de los jugadores sumado a los problemas que acarrea el actual contexto de crisis hacen que tener un club en propiedad sea una carga y un pozo de preocupaciones más que un motivo de orgullo.

Desde hace unos años los equipos europeos están perdiendo su seña de identidad y sus acciones se están vendiendo al mejor postor. Y los mejores postores, hoy en día, no cabe la menor duda de quienes son. Los jeques árabes han entrado con fuerza en el mundo del fútbol y si en la Premier menos del 50% de los clubes son ya de propiedad extranjera, en España va camino de suceder algo parecido. Los nostálgicos (los pocos que quedan) claman contra esta vejación futbolística. Alertan que, de seguir con este proceso de arabización, la esencia de los valores deportivos que inspira el fútbol pueden desaparecer en un periodo de tiempo mucho más corto de lo que nos pensamos.

Y no porque estos multimillonarios de los petrodólares no se tomen en serio su trabajo y no lleguen con ilusión. No dudamos del valor que otorgan al buen funcionamiento del nuevo “capricho” que acaban de adquirir. Seguro que desean con fervor que el equipo carbure y coseche buenos resultados. Pero nunca van a tener la paciencia necesaria para formar a un bloque de jugadores que, a la postre, es la base de los equipos ganadores. Nunca van a darle un valor añadido al hecho de que los futbolistas que se forman en las categorías base del club adquieran el ADN que se quiere inculcar desde los cimientos del club, que se empapen de una misma filosofía y luego lo tengan más fácil para dar el salto a la élite. Mucha gente piense únicamente en el Barça cuando lea esto, porque es el modelo más claro y cercano del fútbol actual, pero hay multitud de equipos que han basado sus éxitos en la maduración de unas plantillas formadas casi en su totalidad por gente de la casa, o futbolistas que han crecido en un club y no han tenido la fortuna de que este les diera una oportunidad que si les ha brindado otro equipo, quizás, por estar en el sitio correcto en el momento oportuno.

Aunque parezca que nos hemos desviado un poco del tema principal, todo va entrelazado para ilustrar una de las mayores preocupaciones del fútbol moderno. Es posible que la andadura del Manchester City en la actual temporada desmonte los argumentos que acabamos de exponer e imponga su ley tanto en Inglaterra como en Escocia. Es muy probable que este año reine, por primera vez, el talonario sin escrúpulos a la cordura y al buen hacer (que tampoco tienen porqué ir reñidos). No será más que un ejemplo de lo que terminará pasando si el formato de propiedad actual de los equipos da esta facilidad para que los “nuevos ricos” añadan un juguete más en su colección.

Dentro de un panorama futbolístico dominado por los fichajes indiscriminados de valor hiperinflado se impondrán los más ricos y poderosos de entre los ricos y poderosos. Los demás equipos se verán incapacitados ni siquiera para llegar a una parte irrisoria de los sueldos que podrán pagar dichos clubes y el monopolio recaerá en el dólar y no en el trabajo de base. De hecho, como hemos comentado, este proceso ya ha empezado y si todo sigue igual, algo que parece inevitable, este deporte se transformará en un Juego de Jeques, o lo que es lo mismo, en una demostración de poder y de ostentación donde lo más importante, el balón, pasará a un segundo plano.


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