lunes, 28 de noviembre de 2011

El perfil: Luis Enrique

El triunfo de la perseverancia

Ejemplo de lucha y superación, ‘Lucho’ ha puesto durante toda su vida un empeño especial en todos los retos que se ha planteado

Luis Enrique posaba feliz junto a sus dos bienes más preciados, sus dos niñas. Sabía que estaba a tan solo unos instantes de vivir sus últimos minutos como futbolista. Terminó su carrera de la misma forma que la empezó: luchando por cada balón como si fuera el último. Ese día, sin que sirviera de precedente, se le escapó alguna que otra sonrisa en el terreno de juego, quizás recordando alguna de las mil batallas que había librado en su dilatada vida en el deporte rey. Corría el minuto 59 cuando Frank Rijkaard decidía efectuar el cambio y poner punto y final al periplo de ‘Lucho’ que, de esta manera, se despedía del fútbol con el cálido afecto de una grada que lo adoraba. El asturiano se había ganado por su sacrificio, su pundonor y su entrega (y, por qué no decirlo, su enemistad con el Real Madrid) el corazón de una afición culé que le brindó un emotivo homenaje el día de su despedida. Aquél día no pudo decir adiós a toda la gente que había sido importante para él en su ascenso a la cúspide del mundo del fútbol, desde José Antonio, entrenador de fútbol sala del Colegio Elisburu en el que se inició con 7 años, hasta Carlos García Cuervo, quien le hiciera debutar en primera a las órdenes del Sporting la temporada 1989-90. 

 Luis Enrique ha demostrado, en más de una ocasión, tener un fuerte carácter

Con el Sporting pudo cumplir el sueño de estrenarse en el equipo de sus amores, después de haber crecido como futbolista y como persona en la Escuela de fútbol de Mareo, lugar donde se gestan y germinan las jóvenes perlas asturianas que tan buenos jugadores han brindado a la historia del fútbol español. Para hablar de ‘Lucho’ no se puede pasar por alto a su compañero y gran amigo ‘Pitu’ Abelardo. Ambos siguieron carreras prácticamente paralelas, coincidiendo incluso en categorías inferiores en el Club Deportivo la Braña, otra fuente inagotable de talentos asturianos. Sus caminos se separaron en el momento que Luis Enrique partió hacia el Santiago Bernabeu y un par de temporadas más tarde Abelardo hacía lo propio en dirección completamente opuesta, Barcelona. Lo que no sabían es que el destino les deparaba un inesperado reencuentro en el Camp Nou, a 878 kilómetros de distancia de su amada Gijón.
El atacante asturiano nunca llegó a adaptarse a su rol en Madrid. Primero Benito Floro y luego Valdano no supieron ubicarle en su demarcación ideal y ‘Lucho’ sentía que en el club blanco no tendría la posibilidad de demostrar el fútbol que llevaba en sus botas. Pese a ello, permaneció cinco temporadas en Chamartín en las que consiguió hacerse con un hueco en el corazón de los merengues porque, si bien no se afianzó ningún año como titular, su entrega y dedicación en el terreno de juego eran incuestionables. Lorenzo Sanz decidió no renovar su contrato y el Barça supo pescar en río revuelto y hacerse con sus servicios de cara a la temporada 1996-97, coincidiendo con el único año que estuvo Bobby Robson en el banco azulgrana. Su momento más dulce con el conjunto culé se produjo la temporada 1997-98, cuando el Barça se impuso en el Bernabéu 2-3 con tanto del asturiano. ‘Lucho’ pasó de querido a odiado por la grada merengue y, desde entonces, es persona non grata para la parroquia madridista. 

'Lucho' pasó de héroe a villano para la afición merengue, que nunca le perdonó que escogiera al eterno rival

Bien saben los que le conocen que Luis Enrique practica con pasión todo aquello que se propone. Mientras que la mayoría de ex futbolistas se dedican a descansar y dar un giro de 180 º a sus vidas alejados de los terrenos de juego, Luis Enrique se propuso no descuidarse y acometer todos los retos que siempre se había planteado. Nada más abandonar el fútbol, se trasladó a Australia junto a su familia para perfeccionar otra de sus pasiones, el surf. Allí pasó medio año hasta que nuevos horizontes invadieron su hoja de ruta. Esta vez el desafío era extremo y respondía al ansia de probar el aguante de su cuerpo. Durante un año estuvo preparándose en solitario para disputar los maratones más prestigiosos del mundo con un reto entre ceja y ceja: el Ironman, la prueba más dura y de más exigencia física que existe.

El asturiano vivió su primer éxito como entrenador a las órdenes del Barça Atlètic, al que devolvió a la división de plata del fútbol español

Una marca a superar, un deporte extremo, un viaje personal, el entreno de cada músculo y de cada tejido de conciencia...lo más profundo del reto: ellos mismos, sus miedos y sus triunfos.. lo más bello el camino hacia la meta”. Así abre Luis Enrique el primer capítulo de su blog, una arenga a la superación personal y al afán por conocer el límite de uno mismo. Algo que se ha aplicado en su nueva andadura en los banquillos. Transmitir esa entrega, ese espíritu, ese liderazgo que inspiraba a sus compañeros dentro del rectángulo de juego, pero esta vez desde detrás de las trincheras, donde la pasión va por dentro.

El técnico de Gijón se embarcó este verano en su aventura más ambiciosa y complicada, al mando de todo un elenco de estrellas en Trigoria

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